img-default-blog.jpg
ACTUACIÓN EN TERRENOS DE ADIF PROPUESTA PLENO FEBRERO 2017.

201702 PROPOSICIÓN QUE PRESENTAN LOS GRUPOS MUNICIPALES DE INICIATIVA POR ARANJUEZ (In-Par) Y ACIPA AL PLENO DE LA CORPORACIÓN PARA INSTAR AL GOBIERNO MUNICIPAL A QUE CON URGENCIA ACTÚE SOBRE LA ZONA PROPIEDAD DE ADIF SITUADA AL FINAL DE LA AVENIDA DE LOYOLA Y EN SU CONEXIÓN CON LA CALLE ISIDRO GONZÁLEZ VELÁZQUEZ.

La llegada del ferrocarril en 1851 (la segunda línea de la península, la tercera de España y la primera que conectaba la capital del Reino) supuso una auténtica revolución industrial en nuestra ciudad. Más allá de aquellos primitivos impulsos industriales vinculados al agua, la serrería y las actividades de transformación de productos agrícolas, la llegada de la línea férrea propició la construcción de naves, aserraderos, almacenes e infraestructuras de tratamiento de los materiales ferroviarios que se intensificaron conforme aumentaba el peso de este sector en Aranjuez, al calor de los nuevos enlaces ferroviarios con Levante y la meseta.

Estas industrias se localizaron en torno al eje formado por las dos antiguas estaciones situadas en el entorno próximo de la ciudad, como es el antiguo embarcadero, situado frente al Palacio Real y la antigua estación de Cuenca (situada en la línea que conectaba esta ciudad con Aranjuez) Con la desaparición de ambas estaciones por motivo de la operatividad ferroviaria, y la construcción de una nueva (la actual) en 1929, gran parte de la actividad industrial y la primitiva logística se concentró en el entorno del Raso de la Estrella. Con todo, siguiendo el eje de la vía férrea a Cuenca y las líneas a Levante, así como otras grandes industrias instaladas, seguían presentes en el entorno empresas de tratamiento de materiales ferroviarios, como por ejemplo aquellas encargadas del mantenimiento de las esenciales traviesas de madera. Este material, al estar expuesto a la intemperie, estaba sujeto a un costoso reemplazamiento, por lo que las traviesas de este material debían ser tratadas previamente para evitar su deterioro. La solución que se adoptó fue la del creosotado.

Se estandarizaron dos sistemas de creosotado de las maderas, el de impregnación de la misma con cloruro de zinc y creosota y la otra el impregnado de la madera con la creosota calentada. En ambos casos (en el primero un pretratamiento de la madera por vapor y en el segundo, por calentamiento de la creosota entre 105ºC y 115ºC) era necesaria la presencia de calderas y de elementos suministradores de calor con sus correspondientes depósitos de combustible y sus circuitos de entrada y salida de agua.

El tratamiento con creosota de traviesas, así como otros elementos de madera como postes de telegrafía ofrecía grandes ventajas (por sus características físico-químicas no reaccionaba con los metales que formaban parte de las estructuras de madera y por su naturaleza oleosa los protegía de la humedad ambiental evitando su oxidación pero al tiempo permitiendo “respirar” a la madera, permitiendo su hidratación sin que esta se resquebrajara. No obstante, entre sus desventajas estaba la presencia de elementos altamente cancerígenos, no tanto en condiciones normales de uso sino en condiciones de combustión y nebulizado, propios de su proceso de síntesis o de impregnación de la madera.

Por ello la madera tratada con este material debía ser quemada en hornos especiales ya que su combustión a la intemperie libera compuestos a la atmósfera como los benzo o benzapirenos (de la familia de los hidrocarburos aromáticos policíclicos o HAPs) Se tiene constancia desde hace bastantes años de la naturaleza cancerígena de este compuesto e incluso de enfermedades profesionales relacionadas con estos productos (una variedad de cáncer de escroto conocida como la “enfermedad del deshollinador” por acumulación de partículas derivadas de la combustión de maderas) e incluso se especula con posible contaminación alimentaria por combustión de maderas o carbones. Independientemente de la conocida presencia de elementos altamente tóxicos para la salud presente en estos compuestos de tratamiento de maderas así como los residuos de la combustión de las mismas, no cabe duda de que las empresas que trabajan con estos materiales deben dedicar esfuerzos en la manipulación, traslado así como eliminación de los mismos.

En el caso que nos ocupa, los antiguos talleres de creosotado estaban ubicados en la zona conocida hoy en día como Las Traviesas (nombre, por otra parte, bastante esclarecedor) más concretamente los terrenos colindantes a la vía férrea Madrid-Cuenca, propiedad actual del Administrador de Infraestructuras Ferroviarias (ADIF) y situado al final de las calles Avenida de Loyola e Isidro González Velázquez. En las imágenes del parcelario urbano de 1975 se puede comprobar la existencia de instalaciones sobre rasante (aunque también existía un complejo de instalaciones bajo rasante, pasos inferiores bajo el haz de vías férreas, así como una serie de depósitos de agua y de combustible dentro de las instalaciones. Además, en la parcela también se almacenaban decenas, quizá centenares de miles de traviesas de madera, unas tratadas y otras a la espera de tratamiento.

El 16 marzo de 1977, un gigantesco incendio (comparable por dimensiones al reciente del cementerio de neumáticos de Seseña) destruyó cientos de miles de traviesas de madera, con llamas que en algunos momentos alcanzaron los cincuenta metros de altura y que requirió la presencia de más de diez dotaciones de bomberos de toda la comarca e incluso de Toledo y Madrid. Incendio que tardó días en ser sofocado y que, aunque el casco urbano de Aranjuez estaba entonces más alejado, sí se temió que se extendiera a las colindantes instalaciones de la actual división de farmacia del grupo ERCROS (entonces CEPA) y la antigua Azucarera.

Con el tiempo, la zona fue abandonándose y cayó completamente en desuso, sobre todo por la progresiva utilización de las traviesas de hormigón en detrimento de las de madera. A principios de los 90, con la urbanización de las parcelas colindantes (el desarrollo de Olivas) esta amplia franja de tierra comprendida entre la calle de las Traviesas, la parcela ocupada por la actual división de farmacia de ERCROS y la vía férrea Madrid-Cuenca quedó completamente abandonada, así como las instalaciones que en ella había instaladas.

En febrero de 2016, pudimos comprobar (tras una denuncia vecinal por vertidos de escombros al final de Isidro González Velázquez y Avenida de Loyola) la existencia (al derruirse parte de las instalaciones que las cobijaban) la existencia de tres antiguos depósitos metálicos (probablemente los antiguos depósitos de combustible) bajo rasante rellenos de agua mezclada con un líquido bituminoso, de consistencia similar a la del fuel y que en algunas zonas impregnaba la tierra circundante. A esto había que añadir pequeños montículos de alquitrán solidificado, amén de toda clase de basura, escombros, alcantarillado sin cerrar así como oquedades en el terreno que permitían acceder a la infraestructura subterránea preexistente. Tras la denuncia ante los medios, los dueños del terreno procedieron al vallado de los tres tanques exclusivamente, proceder a la clausura de algunas bocas de alcantarillado, y poco más.

No obstante, un año después se ha repetido la visita y hemos podido comprobar que tras la utilización de maquinaria pesada, se ha procedido a derruir la totalidad de elementos construidos que quedaban en pie y se ha procedido a cubrir los antiguos tanques con los escombros procedentes de la demolición. Por la disposición de los escombros y la presencia entre los mismos del vallado que se dispuso rodeando los antiguos tanques, da la genuina sensación de que no se ha procedido a la limpieza ni retirada de los líquidos bituminosos presentes en estas instalaciones abandonadas, además del fuerte olor a alquitrán que inunda toda la zona.

Más allá de la sensación subjetiva de abandono y de dejadez que presenta la zona (más propia del escenario de una película post-apocalíptica que de la periferia de una ciudad Patrimonio de la Humanidad, desde Iniciativa por Aranjuez y acipa consideramos que no se puede consentir que ningún propietario, sea quien sea, tenga sus instalaciones en un estado semejante. No se trata solamente del aspecto estético, o de la falta de rendimiento económico que tienen estos terrenos situados en lo que debería ser una de las principales zonas de generación de actividad productiva que tenemos en Aranjuez, se trata también de la posible presencia de elementos contaminantes, peligrosos para la salud y peligrosos también para el medio ambiente, más aún teniendo en cuenta la relativa cercanía del Canal de las Aves y de la posible filtración al sistema de aguas subterráneas con una más que probable afección al río Tajo.

Toda la zona oeste, en especial los suelos vinculados al eje de la carretera de Toledo así como a la operación urbanística de conexión entre Avenida de Loyola y dicha carretera, tienen la calificación de Industria General así como Pequeña Industria y Talleres en los suelos del entorno de la antigua Azucarera (joya de la arquitectura industrial completamente abandonada) Por otra parte, los suelos de Traviesas (que comprenden precisamente la zona más afectada por los desechos de la anterior actividad fabril) serían objeto de una transformación urbanística, prolongación de la calle Isidro González Velázquez, delimitando nuevas manzanas de viviendas.

El espacio objeto de denuncia y que deber ser inspeccionado por los servicios técnicos y medio ambientales del Ayuntamiento, está definido en los usos pormenorizados del suelo urbano como ZONA X, pendientes de pormenorización pendiente del adecuado ordenamiento, a desarrollar por el P.E.R.I. de la Estación, según la Cartografía Digital del Área Urbana del PGOU de 1996.

Por otro lado, la normativa respecto a la eliminación y tratamiento de los materiales utilizados en el pasado en las instalaciones antes referidas y probablemente aún presentes en el subsuelo o deficientemente almacenados, es de alcance comunitario. La Comisión Europea, a través de la Directiva 2011/71/UE estableció una nueva normativa para el uso y comercialización de la sustancia activa conocida como creosota en productos biocidas de tratamiento de maderas, en virtud de su naturaleza tóxica para salud y medio ambiente. Hoy en día no es extraño ver traviesas de madera, postes o vallados con madera tratada con este material (incluso en parques infantiles) y la normativa propone limitar y reducir su uso aunque no obliga a su retirada, al no ser una sustancia especialmente volátil en la madera tratada. Cuestión distinta es su contacto directo con el medio ambiente, amén de los subproductos de su combustión como los HAPs (benzopirenos, entre otros…) y su posible lixiviado tras su contacto con agua (como por ejemplo tras la extinción del incendio de 1977)

Además, la Ley de la Comunidad de Madrid sobre residuos establece, para la gestión de residuos de construcción y demolición, en su capítulo V, que la Entidad Local correspondiente debe establecer mecanismos de control para garantizar la correcta gestión de los RCDs (residuos de construcción y demolición) generados en su término municipal. Y en cuanto a los residuos considerados peligrosos, serían objeto de infracciones graves o muy graves el vertido o eliminación incontrolados de los mismos siempre que se haya puesto en peligro grave la salud de las personas o medio ambiente, o cuando la actuación tenga lugar en espacios protegidos, tal y como se recoge en su artículo 71 dentro del capítulo de régimen sancionador.

Por estas razones, desde ambos grupos municipales consideramos que, además de solicitar al equipo de gobierno la adopción de acciones tendentes a la reclamación al Administrador de Infraestructuras Ferroviarias para el correcto mantenimiento de sus propiedades (máxime cuando de sus actuaciones pueden derivarse daños para el medio ambiente y las personas) también se debe dar traslado de este tema, con el aval de la Corporación Municipal, a la Fiscalía de Medio Ambiente y Urbanismo de Madrid, dada la especial gravedad de los hechos y a la inacción comprobada durante todos estos años.

En consideración con lo expuesto, tras haber transcurrido al menos un año desde que ADIF toma conciencia de la existencia de vertidos de carácter industrial y potencialmente peligrosos para la salud y el medio ambiente (al proceder primero a su vallado y después a su cubrimiento con escombros en sus instalaciones) y la falta de adopción de medidas destinadas a la eliminación de dichos residuos además de los inertes que los cubren, los Grupos Municipales proponentes venimos a trasladar para su aprobación por Pleno de la Corporación lo siguiente:

1. Instar al Gobierno Municipal a que de manera urgente, transmita las indicaciones necesarias para que los técnicos municipales, de urbanismo y de medio ambiente, se personen en la citada zona para evaluar los vertidos y acumulación de residuos.
2. Que los servicios municipales evacuen informe sobre los residuos existentes y los incumplimientos que en materia urbanística y medio ambiental, se estén produciendo de las ordenanzas municipales, en caso de que existan.
3. Que existiendo incumplimientos de las ordenanzas, se advierta a la dirección de ADIF de tales incumplimientos y se establezcan plazos para la total y absoluta limpieza de la zona.
4. Que existiendo incumplimientos se incoe expediente administrativo, considerando la reiteración de infracción, y se dé traslado al Fiscal de Medio Ambiente de la Comunidad de Madrid.

TRATADA EN PLENO: 16/02/2017
VOTACIÓN: APROBADA POR UNANIMIDAD
RESOLUCIÓN: esperamos que los servicios técnicos municipales se pongan cuanto antes manos a la obra, y sobre todo que se solucione este grave problema en caso siempre de que los informes emitidos consideren que se está incumpliendo la ordenanza correspondiente.