PROPOSICIÓN DE LOS GRUPOS MUNICIPALES DE VOX ARANJUEZ Y LA AGRUPACIÓN CIUDADANA INDEPENDIENTE AL PLENO DE LA CORPORACIÓN PARA SU DISCUSIÓN Y POSTERIOR APROBACIÓN.
- 2020/09/16 12:22:55
En la primavera de 2020, España atravesó una de las peores crisis sanitarias de su historia reciente, superior en cuanto a contagiosidad y letalidad a la provocada en 2009 por la gripe H1N1 o gripe A y a todas las demás enfermedades infecciosas y estacionales desde 1918, año en el que tres oleadas pandémicas de una gripe especialmente virulenta (también un Influenzavirus A subtipo H1N1) contagió a más de 8 millones de españoles y mató a más de 200.000. Siendo España país neutral dentro de los eventos vinculados a la Primera Guerra Mundial, y siendo uno de los países que con más fidelidad comunicó sus cifras, se pensó erróneamente que fue el foco de la enfermedad, por lo que se le llamó falsamente “gripe española”.
Recordemos que en aquellos años, los científicos aún no habían descubierto los virus, ni mucho menos su comportamiento, pues se trata de entidades que se encuentran en la frontera entre los seres vivos y los inertes, y que precisan de un hospedador para completar su ciclo “vital” (utilizan la maquinaria celular de su hospedador para poder replicarse) Con este limitado conocimiento, también eran muy limitadas las medidas de control del mismo, y no digamos ya las de prevención. Los esfuerzos implementados para su control fueron los clásicos no farmacológicos, como conservar y mejorar hábitos de higiene personal, el aislamiento y la distancia social, las cuarentenas… así como el cierre de los establecimientos públicos y zonas de gran afluencia de personas, como escuelas, teatros… sin olvidar que la expansión del virus fue enormemente facilitada por el contexto de la guerra mundial y los acuartelamientos.
La introducción clínica significativa de antibióticos y vacunas en esos años no podía considerarse de otra manera que como ciencia-ficción. La penicilina tardaría aún una década en ver descubierto su mecanismo de acción y la comercialización tardaría todavía bastantes años más. La gran capacidad de mutación de los influenzavirus (lo que explica su gran capacidad adaptativa) y la existencia de reservorios animales que actúan como auténticas cocteleras víricas (como aves, cerdos, murciélagos…) de todos sus subtipos hace que la aparición de una cepa enormemente agresiva de gripe sea cuestión de tiempo. Por esta cuestión, los influenzavirus con potencial pandémico son monitorizados gracias al sistema de respuesta y vigilancia a nivel mundial de la OMS, que incluye más de 110 estados miembros y que colabora en la creación de las vacunas anuales contra estos virus. Lamentablemente, y por desgracia lo estamos viendo, no son solo estos virus los responsables de la situación actual.
Los coronavirus, como virus respiratorios, fueron bien conocidos allá en la década de los 60. Ya en 2001, se comprobó la asociación del metapneumovirus humano con los brotes de bronquiolitis en niños, y en 2002 saltó la alerta vinculada con un coronavirus, denominada entonces como Síndrome Agudo Respiratorio Grave (SRAG o SARS en inglés) también conocido como neumonía atípica. En 2012 se aisló otro coronavirus (2012-nCoV) causante de neumonías agudas en Oriente Medio (MERS) pero sin llegar a causar problemas siquiera similares a los actuales. Queda claro que la aparición de un nuevo virus, preferentemente respiratorio, de alta contagiosidad y letalidad superior al resto de virus conocidos de su familia era cuestión de tiempo. Las causas pueden ser diversas, y
muchas de las cuales aún no se conocen, pero aún siendo importante desde el punto de vista epidemiológico, la prioridad actual es la de abordar los efectos sanitarios, económicos, sociales y de toda índole que ya está provocando la pandemia del SARS-CoV-2)
Como decíamos, hemos atravesado una crisis sanitaria extremadamente profunda, de la que ni mucho menos hemos salido, ya que el teórico escenario de una retirada o menor incidencia en el periodo veraniego (como sucede con otros virus respiratorios, como el de la gripe) ha saltado por los aires. El escenario previsto para la segunda mitad del otoño, con la posible y peligrosa concurrencia con los virus de la gripe estacional y la A, se nos ha adelantado, por lo que la labor de prevención, control y contención se hace todavía más necesaria que meses atrás. Huelga decir que esta crisis sanitaria ha provocado una depresión económica, una caída en barrena del PIB no vista prácticamente desde los años de post-guerra, y un drama económico y social para gran parte de los españoles. Aranjuez no es un islote y lo sufre como cualquier otro lugar de España.
La parálisis económica derivada de las medidas impuestas, de las que se están imponiendo y de las que pueden volver a imponerse, está diezmando los ingresos de los hogares y haciendo mucho más difícil la recuperación, por no mencionar el dramático aumento de las cifras del paro.
En consecuencia, además del gran reto que supone vencer al problema sanitario, los distintos indicadores económicos nos advierten de que habrá que lidiar con un problema que golpeará con tanta dureza como el propio virus.
La “desescalada” era, en este contexto, un periodo de vital importancia, tanto para adaptarse a la situación llamada “nueva normalidad” como para anticipar posibles rebrotes y para prepararse ante la certidumbre de una segunda oleada en otoño, toda vez que aún no existe una vacuna a disposición o un tratamiento efectivo. Esta desescalada debía ser ejecutada sin frenar sus plazos para no perjudicar aún más la maltrecha situación económica. No obstante, conjuntamente con este objetivo, es necesario que se lleve a cabo con las máximas garantías de seguridad sanitaria para evitar transmisión comunitaria y una expansión incontrolada del virus, evitando volver a sufrir situaciones como las de finales de marzo y abril. Para la consecución de estos objetivos, es esencial la prevención, tarea en la que tenemos mucho trabajo por delante. Los centros hospitalarios y las unidades de cuidados intensivos tienen que ser la última línea de defensa con la que nuestro sistema de salud pública tiene que contar, nunca la primera, puesto que después de las citadas ya no hay nada más.
La primera labor es la de prevención, y posteriormente la de cribado. Es decir, cortar de raíz las posibles cadenas de transmisión. Cortocircuitar, en pocas palabras, esas cadenas de transmisión incontroladas que conducen a la tormenta perfecta sufrida meses atrás y que nos pueden llevar a una situación mucho peor, en concurrencia con otros virus respiratorios durante los meses de otoño e invierno. Hay que trabajar sobre los aspectos que hacen de este virus un ente tan peligroso. Su tasa de mortalidad es notablemente inferior a la de otros virus con los que comparte características, como los coronavirus causantes del MERS, pero su contagiosidad es mayor (su ritmo básico de reproducción o R0 es de entre 2 y 2,5, superior al de los virus gripales, que se encuentra alrededor del 1,5 o al del propio MERS, de 0,7) por lo que su potencial pandémico es muy superior.
A ello hay que añadir una particularidad que no se da en otros virus mucho más letales que es la existencia de portadores asintomáticos, bien pre-sintomáticos (son ya contagiosos antes de que debuten los primeros síntomas) o bien asintomáticos (nunca desarrollan síntomas, o estos son tan livianos que el individuo no los advierte) Por esta razón es por la que es imprescindible el refuerzo de los niveles de Atención Primaria y Salud Públicas, porque esta SÍ es que la primera línea de defensa. Esto es, el Cribado y la Prevención, respectivamente) Esto requiere una estrategia y esfuerzo claro de identificación, aislamiento y control de todos los casos, así como de sus contactos.
Es en esta fase donde cobra fundamental importancia la labor de los “rastreadores”, personas dedicadas a la búsqueda de estos contactos que, según el European Center For Disease Control (ECDC) se estiman en que pueden ser entre 7 y 20 por cada caso positivo. Según los diversos estándares internacionales, se necesitarían entre 15 y 30 rastreadores por cada 100.000 habitantes, por lo que una región como Madrid necesitaría entre 1.000 y 2.000 para tener un sistema eficaz. Un sistema eficaz que, a grandes rasgos, necesitaría programas de desescalada-escalada (en el caso de empeorar la situación epidemiológica, como ahora) en los centros de atención primaria, aumento de la capacidad para realizar PCR (pruebas de detección del genoma viral en el organismo por reacción en cadena de polimerasa) aumentando la capacidad de esos centros de atención primaria para realizar los seguimientos domiciliarios de pacientes covid así como el seguimiento de casos (familia, contactos…) así como de su sintomatología básica. De la situación prevista antes de la amplificación del primer pico epidémico, o del segundo pico, según opiniones de expertos, consistente en 400 rastreadores, se ha pasado a, según cifras oficiales, 560 rastreadores a los que sumar otros 150 procedentes del Ejército, solicitados al Ministerio de Defensa. Es una cantidad superior a la inicialmente prevista, pero seguimos considerando insuficiente para la problemática madrileña.
Problemática que no solo se deriva de su gran población. Cuando se habla de rastreadores por habitante, se debe tener muy en consideración la capacidad de interacción de esos mismos habitantes. La Comunidad de Madrid es la más densamente poblada de España, alberga (y no en su totalidad) la mayor área metropolitana de España, la de Madrid, con casi 7,3 millones de habitantes, con un área de influencia que sobrepasa los límites provinciales (la Sagra, Mesa de Ocaña, Corredor del Henares, sectores serranos en las provincias de Ávila y Segovia…) alberga el mayor aeropuerto de toda España, con más destinos (muchos de ellos, “calientes”, esto es, con destinos a países muy duramente golpeados) con una de las mayores redes de metro del planeta, y una muy masificada red de transporte ferroviario, amén de ser la primera plaza financiera, cultural y de ocio de toda España. Esto convierte a Madrid en una región en la que un caso no detectado tiene más potencialidad para generar un foco que derive en transmisión comunitaria que cualquier otra parte de España. Estas características son las que también hicieron de Wuhan (uno de los mayores nodos de comunicaciones de China) Lombardía (la región más grande y rica de Italia) el Gran París y Nueva York (huelgan comentarios) los mayores focos de transmisión, contagios y fallecimientos de sus respectivos países. A día de hoy, pese a la gran capacidad de realización de pruebas diagnósticas, con una gran logística, no estamos en un nivel óptimo, no solo para controlar definitivamente la situación actual, sino para actuar y prevenir con garantías una segunda ola real, la de otoño-invierno.
Si queremos controlar el virus, convivir razonablemente con él hasta la llegada de una vacuna o tratamiento eficaz, es clave contar con un número óptimo de rastreadores en la prevención, formados convenientemente y disponer de un sistema de cribado igualmente óptimo en Atención Primaria.
POR TODO ELLO, PROPONEMOS AL PLENO DE LA CORPORACIÓN EL SIGUIENTE ACUERDO:
1-Instar a la Comunidad de Madrid, por el bien de todos sus ciudadanos, a gestionar la incorporación de un número suficiente de rastreadores, en consonancia con lo establecido por estándares internacionales, así como al diseño de programas de formación específicos para este personal. Número de rastreadores que no debe aumentar a expensas de detraer esfuerzos de la Atención Primaria.
2-Puesta en marcha de protocolos y procedimientos específicos para la detección precoz de los nuevos casos de SARS-Cov2, en especial en aquellos entornos muy vulnerables, como residencias de ancianos o de personas con diversidad funcional, así como en los propios centros sanitarios.
3-Reforzar la coordinación, tanto en actuación como en protocolos, no solo intracomunitaria sino también intercomunitaria, coordinándose en el control y aislamiento de brotes con las comunidades autónomas vecinas (Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha y Castilla y León)
4-Reforzar la coordinación entre la Comunidad de Madrid y el Ayuntamiento de Aranjuez, así como con el resto de administraciones, para lograr los objetivos deseados de control y de apoyo a los equipos de cooperación en nuestra ciudad, con máxima transparencia a la hora del ofrecimiento y compartición de datos.
5-Seguir instando a la Comunidad de Madrid para la contratación sin demora de todos los efectivos sanitarios contemplados para la labor de la desescalada y su refuerzo para mantener plenamente operativa la Atención Primaria así como sus servicios de Urgencia, logrando una mayor efectividad en la tarea de rastreo y cribado de posibles casos.
6-Disposición inmediata de todos los recursos materiales necesarios para las labores de rastreo (líneas de atención telefónica, recogida de datos personales respetando la Ley de Protección de Datos para facilitar la localización de estos contactos, Apps de apoyo a localización y rastreo, acuerdos de movilidad (taxis, VTCs, ambulancias…) para facilitar los desplazamientos, sistemas de recogida e interpretación de datos como Go.Data, que ofrece la OMS así como los que vayan implementándose en un futuro.