PROPOSICIÓN QUE PRESENTA LA AGRUPACIÓN CIUDADANA INDEPENDIENTE PARA ARANJUEZ (acipa) AL PLENO DE LA CORPORACIÓN SOBRE SOLICITUD DE FONDOS REGIONALES PARA EL MANTENIMIENTO DE LA BICENTENARIA PLAZA DE TOROS DE ARANJUEZ.
- 2022/04/20 09:16:12
Pese a su posición excéntrica respecto a la trama barroca de Bonavía, interrumpiendo el trazado rectilíneo con su enorme volumen circular (acaso evocando el clásico arquetipo de encuentro entre espacios cuadrados y circulares), la Plaza de Toros de Aranjuez es uno de los espacios emblemáticos de nuestra ciudad, y lugar fundamental para entender la importancia que tuvo Aranjuez, no solo como destino de Jornada para la Familia Real, sino en años posteriores en los que la presencia de los monarcas ya no era tan determinante, germen de ágora, punto de encuentro y celebración de eventos para los ribereños de la entonces joven ciudad.
Originalmente construida en 1760 (de cuya traza da cuenta Domingo de Aguirre en su ilustración Sitio Real de Aranjuez visto desde el arca del agua junto al camino de Ocaña, en 1773) su estructura actual (aunque con reformas posteriores) data de 1796, siendo el autor del edificio definitivo don José de Rivas o de la Riva. Detallaba la Archivera Municipal, Magdalena Merlos, apoyada en autores como Madruga y Ponz, que se trató en origen de un espacio considerado como temporal o efímero, por la relativa precariedad de su arquitectura (madera con poca presencia de ladrillo y revoco) si bien en las ilustraciones antes descritas se ve que aún en este caso, su apariencia no distaba de la actual, dando buena cuenta de la importancia que ya se le daba a un espacio teóricamente efímero.
Y así, en 1796, Don José de Rojas (gobernador de Aranjuez) instado por un particular (Francisco de Ahumada y Castillo) quien deseaba beneficiar al cercano Hospital de San Carlos de las ganancias derivadas de los eventos taurinos, propone al Rey Carlos IV la construcción del actual coso, en un momento en el que Aranjuez contaba con aproximadamente 9.000 habitantes. En un año fue concluida, inaugurándose un 14 de mayo de 1797, asistiendo el propio Rey y su esposa, la Reina María Luisa. Fue construida con muros de ladrillo y bóvedas, edificándose posteriormente aprovechando un solar contiguo la casa de toreros, dotada de cuadras, guadarnés, fonda y botillería. No obstante, el nuevo edificio -ya en 1805- era poco utilizado y por orden Real se suspendió la celebración de corridas. Para la época de la invasión napoleónica, los elementos de madera se encontraban ya en pésimo estado, y en 1809 un terrible incendio arrasó la Plaza, salvándose a duras penas su estructura gracias a la potencia de los elementos pétreos y a la bóveda que estribaba los tendidos. Tras la invasión y la posterior victoria contra los franceses, Fernando VII acomete una rehabilitación tras el penoso estado en el que se encontraba (siendo además, como rezan fuentes de la época, refugio de “gentes de mal vivir”)
Se reinauguró en 1829, a modo de la entonces plaza de toros de Madrid (ubicada en las inmediaciones de la Puerta de Alcalá) Las obras que se llevaron a cabo consistieron en la confección del revoco exterior y en la reposición de las gradas y los dos pisos de palcos, siendo su arquitecto Francisco de Ribas, adornándose la puerta que mira a la población (…) con un escudo de piedra con las armas reales.
Y así, la historia de la Plaza se va jalonando de procesos de restauración cada cierto tiempo (en 1851 se produjo una restauración más profunda gracias al Marqués de Salamanca) y Alfonso XII cede el coso (entonces Patrimonio de la Corona) en usufructo al municipio, con obras de consolidación entre 1876 y 1885. No obstante, tras una nueva reforma estructural en 1908 (la que le confiere la imagen actual) en 1931 (ya con la II República) el Estado la administra de nuevo, tras la guerra civil se transfiere a Patrimonio del Estado para, ya una vez en Democracia, terminar siendo propiedad municipal en 1990.
Sería muy prolijo enumerar todos los elementos arquitectónicos singulares presentes en la edificación, por lo que entendemos basta el breve itinerario histórico para notar que la historia de nuestra plaza está jalonada de intervenciones arquitectónicas, bien de consolidación estructural o bien para otorgarle la prestancia que el actual monumento posee. Hoy, la Plaza de Toros de Aranjuez es un edificio monumental de primer orden, con la categoría de Bien de Interés Cultural (junto a las Plazas de Toros madrileñas de Las Ventas, la Plaza Mayor de Chinchón -si bien su uso taurino es efímero- y la plaza de toros construida en el Castillo de Buitrago del Lozoya) Nótese que de todos ellos, el recinto construido ex profeso más antiguo como coso taurino es el de Aranjuez.
Naturalmente, desde 1990 a nuestros días se han producido diversas inversiones y restauraciones, tanto por inversión propia (municipal) como de otras administraciones. La última, con cargo al 1,5% Cultural, a finales de 2018 (con inversión de 70% a cargo del Ministerio de Fomento y 30% municipal) para un total de algo más de 130.000 euros.
Convendremos, sin embargo, que un edificio de tales proporciones que sigue con un uso activo, y que presta sus servicios durante todo el año (dado que se trata ya por derecho propio de un espacio multiusos) necesita, no ya solo un mantenimiento continuado, sino un proceso sostenido de reposición de aquellos elementos que por su fragilidad o por estar a la intemperie requieren su sustitución) No solo hablamos de los elementos estructurales, sino de aquellos que hacen que la Plaza preste sus servicios. Tanto los relacionados con la tauromaquia (eventos taurinos y Museo Taurino) como aquellos que permiten que se use como espacio para conciertos o exposiciones.
Las ayudas externas recibidas han ayudado, en parte, a solucionar problemas estructurales y a sustituir elementos que arrastraban un fuerte deterioro. Pero el grueso del mantenimiento y de las continuadas inversiones en mejoras corren a cargo de nuestro Ayuntamiento (que como todos ya sabemos no está en la mejor de las situaciones económicas, y que no lo estará al menos en las próximas dos décadas, si nada lo remedia antes) Es por ello por lo que entendemos debe haber una aportación calendarizada y continuada por la administración que está apostando firmemente (los números así lo señalan) por la Tauromaquia y por la supervivencia de la fiesta de los Toros, fuertemente castigada tras la pandemia sanitaria)
La Comunidad de Madrid es la región que más ayudas destina a la Tauromaquia, ascendiendo las mismas a 10,5 millones de euros en 2021 (4 millones presupuestados por la Comunidad de Madrid, 3 de ayuda a la ganadería y casi 3,5 acordados para la empresa concesionaria de Las Ventas) y muy recientemente, el Consejo de Gobierno ha autorizado la firma de un convenio entre el Ejecutivo Madrileño y la Fundación Toro de Lidia, para la aportación de 1,4 millones de euros para la “celebración de la Fiesta del Toro durante los años 2022 y 2023”…”cuyos objetivos son, entre otros, la creación de riqueza local en los municipios con tradición taurina y la difusión y promoción de la tauromaquia como expresión cultural característica de la región y de toda España”, si bien está enfocada más para eventos en cosos de tercera y cuarta categoría (la de Aranjuez es de Segunda) y en municipios de menos de 20.000 habitantes.
No queremos entrar en si nos parece apropiado o no destinar estas y otras cantidades a la promoción de los festejos taurinos, pero sí en la necesidad que tenemos de que estas partidas contribuyan también en el mantenimiento, al menos, de las Plazas de Toros históricas presentes en nuestra Comunidad. Recordemos que, ya fuera de Madrid, nuestra plaza bicentenaria es la única (junto con la de la Real Maestranza de Sevilla y la de Ronda) que tiene el honor de portar la distinción de Plaza de Toros Histórico-Artísticas (de entre los cosos anteriores a 1800) por lo que entendemos las inversiones regionales no solo deben contemplar la promoción de la fiesta de los toros, sino ayudar a sostener aquellos cosos que dan sentido a la propia tradición taurina.
Queremos, no obstante, alejar el debate sobre las filias o fobias sobre los festejos taurinos, y centrarnos en nuestras propias necesidades. Más allá de los dos festejos taurinos anuales que se celebran en Aranjuez (cuyos efectos económicos trascienden notablemente a los del taquillaje, y se notan en toda la ciudad, en especial en la hostelería) la Plaza de Toros es un espacio multiusos, donde se celebran al año multitud de eventos (tanto verbenas populares, conciertos, festivales musicales, las Lunas y programación veraniega… entre otros) y es sede de un Museo Taurino que hay que potenciar para aumentar los ingresos que recibe nuestra localidad. Tener un coso bicentenario es un tesoro, algo que muchos municipios querrían tener, y es un tesoro no solo para Aranjuez, sino para toda la Comunidad de Madrid, y entendemos debería implicarse decisivamente en su mantenimiento.
Por todo ello, La Agrupación Ciudadana Independiente para Aranjuez (acipa) eleva al Pleno de la Corporación la siguiente Proposición, solicitando a la Alcaldía-Presidencia:
- Que el Ayuntamiento de Aranjuez solicite a la Comunidad de Madrid que, con cargo a las inversiones anuales de promoción, ayudas y defensa de la Tauromaquia, se incluyan las partidas necesarias para el mantenimiento de las plazas de toros históricas de la Comunidad de Madrid, entre las que se encuentra la de Aranjuez.