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Colaboración Jesús Mario Blasco en el Heraldo de Aranjuez.

La jibarización de Aranjuez

Es una idea, si no generalizada, sí bastante extendida. La idea de que Aranjuez pierde servicios año tras año. Se trata de una afirmación con cierta base en la realidad. Es evidente que desde 1979, cuando nacen las primeras corporaciones democráticas, Aranjuez ha avanzado en tanto en cuanto ha avanzado nuestro país. De hecho, una de las principales e históricas reivindicaciones de nuestra ciudad, tener un hospital, se cumplió en 2008. Es cierto que tras muchos avatares y amenazas de privatización, pero se consiguió un hospital público. Siempre susceptible de mejorar, como todo, pero ahí está.

Sin embargo, es inevitable echar una vista a nuestro entorno, y esa idea que exponíamos al principio vuelve a cobrar sentido. A nivel industrial, sin duda. Este sector ya no tiene el peso específico que tenía en nuestra economía, y es doloroso porque Aranjuez fue pionero en albergar industrias asociadas a tecnologías entonces emergentes, como la telegrafía, farmacia o la electrónica. Ya hemos hablado en otras ocasiones de esto. En materia de comunicaciones, el último acceso creado a nuestra ciudad fue el de la prolongación del Paseo del Deleite hasta la variante de la entonces N-IV (hoy autovía A-4) Todavía es visible un cartel junto a la estación depuradora EDAR Sur del antiguo MOPU anunciando la construcción de dicha infraestructura. Han pasado más de 25 años y ni siquiera existe (al menos con este nombre) el organismo en cuestión.

El asfalto de la prolongación es el mismo de entonces, suponiendo una tortura acceder por ahí al sur de la ciudad o a la factoría de Cortefiel. En cuanto al resto de accesos, la entrada sur sigue siendo impropia de una población de 60.000 habitantes como Aranjuez, y los cuellos de botella de los puentes de la Reina y de la Estación siguen siendo eso mismo, cuellos de botella que constriñen el tránsito y dificultan el acceso peatonal, sobre todo en el primer caso.

Hubo quien dijo, con cierta sorna (y dosis de mala uva) que el hecho de que se elija Aranjuez como plató de rodaje de series sobre los años del tardofranquismo y los inicios de la década de los 80, obedecían a que nuestra ciudad parecía congelada en aquellos años. No es del todo mentira, aunque cabe decir que en algunos aspectos no estamos igual que en aquellos años, estamos peor. Tenemos mejores redes de distribución de agua, sí, que en los 80, pero sin embargo ya no bebemos ese agua de gran calidad procedente en buena parte de la sierra de Madrid. Volvemos a beber del Tajo aunque tampoco tenga nada que ver con esa agua durísima de hace muchos años.

Tuvimos un cine, luego tres, y ahora ninguno. Es verdad que los modelos de entretenimiento también han variado, pero no deja de ser triste su pérdida. En el caso de las comunicaciones ferroviarias, qué decir. Perdimos los trenes a Toledo, estuvimos a punto de perder la comunicación con Cuenca y Valencia. Y no sé si será cosa de los 80 o de los 90, pero es poco menos que indignante que ciudades más pequeñas que Aranjuez tengan estaciones accesibles para personas con diversidad funcional, vayan poco a poco mejorando, y aquí no solo no se mejore sino que se pierdan servicios básicos.

La última es la amenaza con dejarnos sin los servicios de inspección médica, trasladándolos a Leganés, trasladando 50 kilómetros al norte un servicio esencial para el correcto control médico de la administración de medicamentos. Ya nos dejaron sin el excelente servicio que nos prestaba el laboratorio comarcal de análisis clínicos, llevándoselo a otro -privado- situado aún más lejos de lo que pretenden con el servicio de inspección. Un nuevo golpe para los vecinos de Aranjuez que ven como, al más puro estilo jíbaro, se encogen los servicios que reciben por parte de la administración. Los impuestos, cómo no, ni se encogen ni se jibarizan. Por tanto, una vez más entre todos debemos evitar que alguien desde un despacho decida qué servicios le escamotea a los Ribereños y cuáles no. Porque Aranjuez no puede -ni debe- encogerse más.