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Colaboración Jesús Mario Blasco en el Heraldo de Aranjuez

Incivismo

Así, de entrada y sin eufemismos. Un día habría que hacer cuentas del dinero de todos, del erario público, que se pierde en reparaciones y en sustitución de elementos de mobiliario urbano, de borrado de pintadas y de limpieza de espacios convertidos en estercoleros por obra y gracia del incivismo. No seremos nosotros los que quitemos culpa a los diversos gobiernos que no ponen lo suficientemente de su parte para mantener los espacios públicos en óptimo estado de revista. Pero como se suele decir, no es más limpio el que más limpia sino el que menos ensucia, y en este sentido hay que decir que nos queda mucho camino que recorrer en cuanto a concienciación y educación cívica. Qué duda cabe que la deficiencia en la adecuación de los entornos, el mantenimiento y la mejora de los mismos, hace que el aspecto general empeore y haya más “descuido” por parte de los viandantes a la hora de arrojar residuos al suelo o recoger las deyecciones de sus mascotas. Ojo, es la constatación de algo que sucede, jamás una justificación. Prueben ustedes a contar cuántas papeleras hay en la Calle Stuart la Plaza de la Constitución y la Plaza de Toros. ¿La falta de papeleras justifica arrojar desperdicios al suelo? De ninguna manera, pero precisamente no favorece que los desperdicios vayan a donde tienen que ir por parte de aquellos a los que les molesta tener un papel o un envoltorio entre los dedos. Una ciudad Paisaje Cultural Patrimonio de la Humanidad, con casi cien hectáreas de casco histórico con la máxima protección, no puede presentar el aspecto dejado que ofrece en algunas de sus zonas. Y no hablamos solo de papeles y botellas en el suelo. Los garabatos hechos con “spray” (por no llamarlo injustamente “grafiti”, que es otra cosa y muchos de sus autores deploran que se realicen sobre monumentos y paredes particulares) y el vandalismo puro y duro contribuyen a dar un aspecto poco edificante a las zonas más visitadas de nuestra ciudad.

En resumidas cuentas, la imagen de Aranjuez (de la que hemos hablado muchas veces, de intentar que el turista penetre en el casco, de que no vean solo palacio y jardines), la creación de rutas turísticas dentro de nuestro casco histórico, favoreciendo su conocimiento, favoreciendo que el comercio tenga mayor actividad, potenciando hotelería y hostelería, se puede ver mejorada de muchas maneras. El ofrecer una imagen pulcra, unas zonas verdes correctamente mantenidas, limpieza tanto en pavimento como en fachadas, favorece que el turista retorne. Y precisamente nuestro casco histórico, las corralas, las casas de jornada, son hitos urbanos por descubrir, por lo que solo podemos ganar. No solamente hay que reparar, hay que velar por mantener.

Aranjuez ha invertido cuantiosos recursos en recuperar las márgenes de la calle Chillones, el “paseo de los aromas” entre dicha calle y la ribera del Tajo, en recuperar el Raso de la Estrella (pieza absolutamente fundamental de la declaración Paisaje Cultural Patrimonio de la Humanidad), el parque de la Azuda, con la recuperación del histórico acueducto y la noria, el jardín de los yesos en el cerro del Parnaso y los Frailes, el parque del Pozo de las Nieves… y precisamente estas zonas son las que adolecen de un aspecto descuidado y que invita poco al paseo. Cuando esto sucede, los incívicos, los que desprecian los bienes de todos los Ribereños, se hacen fuertes, notan la impunidad de sus nefastos comportamientos, y toman la inacción de los gobiernos como salvoconducto para seguir cometiendo faltas y en muchos casos delitos contra el Patrimonio. Las medidas coercitivas, tanto contra el vándalo como contra el incívico se muestran, por sí solas, ineficaces para remediar el problema, por lo que entiendo deben abordarse desde un punto de vista múltiple. Ahondando en la educación cívica, haciendo entender que cuando se quema un contenedor o se pinta en el lateral del Centro Cultural Isabel de Farnesio no solo se comete un acto incívico, sino que se está robando sustrayendo dinero de todos los vecinos de Aranjuez, pues debe limpiarse y eso cuesta dinero (no es cosa baladí, en el caso de un contenedor puede llegar a los 1.000 euros) y por supuesto, con los métodos punitivos adecuados y proporcionados (que pueden ir desde la sanción económica a trabajos en beneficio de la comunidad, por ejemplo limpiando sus propias inmundicias) pero algo, algo hay que hacer, porque lo hecho hasta ahora no basta. Que los incívicos noten que Aranjuez deja de ser para siempre tierra de oportunidades para sus actos innobles.