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REFUGIOS CLIMÁTICOS PROPOSICIÓN PLENO JULIO 2022.

PROPOSICIÓN QUE PRESENTAN LOS GRUPOS MUNICIPALES DE UNIDAS PODEMOS Y LA AGRUPACIÓN CIUDADANA INDEPENDIENTE PARA ARANJUEZ AL PLENO DE LA CORPORACIÓN PARA LA CREACIÓN DE UNA RED DE REFUGIOS CLIMÁTICOS Y ESPACIOS PÚBLICOS PARA LA PROTECCIÓN DE LA POBLACIÓN ANTE FENÓMENOS DE INTENSO CALOR.

Tras la revolución neolítica, el paso de nómadas a sedentarios y la creación de los primeros núcleos habitados estables, el ser humano ha ido siempre intentando adaptarse a su entorno. Y lo ha hecho de una manera tan eficiente, que es uno de los pocos organismos ubicuos o cosmopolitas que hay en nuestro planeta. Y esto ha sido así por nuestra capacidad de adaptación y resiliencia, cualidad esta que se ha ido reforzando conforme mejoraba la técnica.

Nuestra ciudad, Aranjuez, es precisamente uno de los mejores ejemplos de la vocación transformadora del ser humano, y uno de los pocos existentes de transformación exitosa y que haya sido capaz de mejorar lo preexistente. Desde la presencia de pueblos prerromanos, pasando por el aprovechamiento de pastos y agua para las caballerías de las órdenes militares, hasta por fin ser Real Sitio, Aranjuez ha ido conformándose previo dominio de las aguas y avenidas de dos ríos, la creación de embalses laminadores y reservorios de agua, huertas y paseos con abundante sombra para soportar los rigores estacionales. La ciudad dieciochesca, si por algo se caracteriza (amén de por su trazado ortogonal) es por gozar de un buen número de árboles de alineación y de vías urbanas en las que el dosel arbóreo hace casi impenetrable el sol. Tanto es así que, hace ya más de un siglo, Simón Viñas decía (en su libro “Aranjuez”) que ni el más fuerte sol canicular puede vanagloriarse de promover el sudor a sus visitantes (refiriéndose al Jardín de la Isla) lo que da una buena idea de la densidad arbórea existente.

Hojeando las páginas de “Aranjuez”, podemos leer que ya entonces se exageraba el calor estival ribereño, que se notaba más que en la capital al ser las calles más despejadas por la baja altura de los edificios, fluctuando la temperatura estival “entre los 28 y los 34 grados”. Sin entrar en discusiones, y sin acudir a registros históricos, temperaturas máximas de esa índole podrían considerarse hoy como normales o incluso algo por debajo de la media del siglo pasado. Sin embargo, no es un secreto para nadie que desde principio de siglo parece que los veranos son más rigurosos que antaño, o cuya duración es mayor. Acudiendo ahora sí a los datos, nos encontramos con episodios excepcionalmente cálidos en 1994 (año de incendios y sequías devastadoras) 1995 y en 2003. Nos vamos a detener un poco en este año, en una de las peores olas de calor que se recuerdan en toda Europa. Solo en España se cifraron (por el Centro Nacional de Epidemiología) en 6500 los fallecimientos directamente atribuibles al calor. En Francia, en ese mismo verano, hubo una sobremortalidad de un 55%, falleciendo unas 15.000 personas por causas relacionadas por la ola de calor.

Si hablamos de calor, tampoco podemos obviar el verano de 2021, el tristemente famoso anticiclón lucifer y la oleada de incendios en Grecia e Italia, que nos dejó temperaturas de récord durante el mes de agosto. Este verano de 2022 comenzó (climatológicamente) un mes antes de lo debido, y con temperaturas superando sensiblemente los 40 grados centígrados en toda España.

Ni que decir tiene que los efectos del cambio climático, acelerados por la acción humana, han podido provocar otra serie de fenómenos extremos. O mejor dicho, un periodo de recurrencia mucho menor en los mismos. La llegada de ciclones extratropicales, ciclogénesis explosivas con efectos muy negativos y fenómenos como la borrasca Filomena no son excepcionales en sí mismos, sino por su mayor número o por virulencia. Todos tenemos en la memoria acontecimientos climatológicos muy dañinos como el reventón de agosto de 2015, o la propia borrasca Filomena.

Consecuencias colaterales de eventos de alta energía como el reventón de agosto de 2015 o Filomena… ha sido la terrible pérdida de patrimonio arbóreo. No solo un buen número de arbolado de alineación, sino también de arbolado emblemático (como en el Hexágono del Jardín del Príncipe, por ejemplo) En el caso de Filomena, masas arbóreas periurbanas como las del Monte Parnaso se han visto enormemente afectadas, perdiéndose muchos ejemplares y dañando a otros muchos, perdiendo en este caso mucha de su arboladura.

Esta circunstancia sin duda hace imprescindible una repoblación, de la que ya se ha hablado en diversos plenos, pues supone una pérdida dolorosa en un área muy frecuentada y querida por todos los ribereños. Sin embargo, en pleno casco y por diversas razones, se está produciendo un fenómeno de pérdida de espacios verdes urbanos.

El ambicioso Plan de Revitalización de Aranjuez, de 1989, conllevó la inversión de miles de millones de las antiguas pesetas en la regeneración de espacios urbanos. Con la construcción de la variante de la antigua Nacional IV por fin desaparecía la travesía urbana por Aranjuez, recuperándose las rasantes originales de la Carrera de Andalucía, Florida y la Plaza de San Antonio. Se crearon nuevos espacios, como la Plaza de Abastos junto al (entonces nuevo) Centro Cultural Isabel de Farnesio, así como los accesos peatonales en el Puente Barcas y la nueva articulación con el Tridente Occidental… No es idea de los grupos proponentes hacer una valoración de esas obras, pero sí vamos a comentar las consecuencias que tuvo en relación con la pérdida de arbolado.

La desaparición del trazado de la antigua N-IV hizo necesario re-articular la Plaza de San Antonio, la Glorieta de Santiago Rusiñol (ocupada por la antigua oficina de turismo y la escultura), el Puente Barcas y el tridente oeste. Las primeras actuaciones (1990) implicaron el rebaje de cota de la Plaza de San Antonio, eliminando la fila de arbolado justo delante de los arcos de la Real Capilla, creando unas jardineras para mantener la rasante del arbolado perimetral de la plaza. Se eliminó la glorieta de Rusiñol, junto con todo su arbolado, dejando cortada la calle Príncipe a esa altura y se creó una nueva rotonda reguladora de tráfico en el Puente Barcas (al otro lado del río) La mejora de las calles Infantas y Príncipe se llevaría a cabo años después.

Además, se llevaron a cabo obras de reordenación del Jardín de Isabel II, eliminándose arbolado enfermo y sometiendo a una profunda poda al restante, perdiéndose el impresionante follaje que sombreaba viales como los de la propia Plaza, Gobernación, Real e Infantas. Aunque como decíamos, la peor parte se la llevó Rusiñol, perdiendo gran cantidad de sombra. Posteriormente, con las obras de mejora del acceso norte, perdió su vocación de rotonda y la fuente, permaneciendo en ella la escultura de Don Santiago Rusiñol.

Con todo, la que a nuestro juicio fue la actuación más controvertida (que aún genera encendidos debates entre los ribereños) fue la remodelación de la Plaza de la Constitución. Y, si bien la obra trajo consigo una innegable mejora integrando la plaza en la trama urbana, amén de un mayor aprovechamiento ciudadano de la misma, no se puede decir lo mismo del arbolado. Los magnolios originales a duras penas sobrevivieron, y solo los tilos parecen gozar de cierta salud. En los meses estivales, la plaza recibe una tremenda insolación que a duras penas compensa su exiguo arbolado. Sensación de calor que acrecienta la reflexión del calor de los materiales pétreos que la conforman, sin que haya césped o alguna instalación con agua que ayude a mitigar ese efecto.

Más allá de los debates urbanos, lo cierto es que desde hace unos años, crece la preocupación por los efectos que las altas temperaturas generan en los habitantes de las ciudades. Los núcleos urbanos generan un efecto, llamado efecto “isla de calor”. Está comprobado que en el interior de las grandes ciudades o de los núcleos habitados, se registran temperaturas mayores que en los extrarradios, y ello es debido a la existencia de materiales como el asfalto, el hormigón y otros que aumentan la superficie de absorción del calor, irradiándolo por las noches, y acrecentando los efectos ya de por sí nocivos de las altas temperaturas. Por si fuera poco, la proliferación de “plazas duras”, la ausencia de puntos de suministro de agua o fuentes hace que las consecuencias sean todavía peores.

Este debate, insistimos, se ha venido produciendo en los últimos años, pero se está intensificando a colación de los recientes eventos climatológicos. La llegada temprana del verano, y con temperaturas de récord, nos hace recordar que tenemos una obligación (al menos aquellos que tenemos algo que decir respecto a la ordenación de las ciudades) para remediar en lo posible todos estos efectos, y actuar en consecuencia. No se trata solo de acciones para evitar el calentamiento global, sino también de actuaciones en los entornos urbanos, mucho más tangible y fácil de realizar.

En diversos Ayuntamientos de España, pero en especial en el de la capital y mayor ciudad de España, Madrid, se han aprobado mociones y propuestas sobre la creación de refugios climáticos, de proyectos de remodelación de espacios públicos para hacerlos más habitables, aumento de zonas de sombra y mejora de los puntos de agua. Vamos a ir detallando cada uno.

-Recientemente se ha aprobado en Málaga la puesta en marcha de un Plan de Refugios Climáticos, consistente en el aumento de las zonas de sombra en todos los barrios de la ciudad, con el simple propósito de proteger a sus habitantes de las altas temperaturas. Consideraron que había que preparar a la ciudad para los “episodios climáticos extremos” y esta especie de microoasis puede contribuir a ello. Estos refugios serían revegetando zonas carentes de arbolado, o instalando elementos capaces de inducir sombra como toldos o pérgolas.

Para las zonas de gran afluencia pública (tanto vecinos como turistas) se consideró oportuno la creación de itinerarios de control climático, que no es ni más ni menos que itinerarios que incluyan zonas sombreadas con vegetación y/o toldos. Además, se estimó que las zonas a ubicar los refugios climáticos o áreas sombreadas debían establecerse cerca de espacios de reunión de colectivos vulnerables a las altas temperaturas.

En el caso de Zaragoza, se propuso la transformación de espacios urbanos, parques y plazas, con tres ejes de actuación: medidas azules, con el mantenimiento de las fuentes existentes e instalación de nuevos puntos; medidas verdes, con la plantación de más arbolado y la instalación de toldos, y las medidas grises, que serían actuaciones sobre los edificios públicos para mejorar su aislamiento y eficiencia energética.

Y en el caso de Madrid capital, además de contemplar iniciativas como las antes detalladas, se ha dado luz verde a inversiones de adaptación de espacios públicos favoreciendo la naturalización progresiva, habilitación de puntos de agua y la incorporación de zonas de sombra para el confort térmico, priorizando las actuaciones en patios de centros educativos y de mayores. Lo más importante, sin embargo, es garantizar que las actuaciones urbanísticas futuras contemplen las circunstancias antes señaladas.

Centrándonos ya en el caso de Aranjuez, hay actuaciones (de entre todas las citadas arriba) que ya están en proceso de elaboración, como por ejemplo aquellas relacionadas con la mejora de la envolvente térmica de cinco centros escolares, o las contempladas en el Plan de Eficiencia Energética, recientemente sacado a licitación y aprobado por todos los grupos políticos. Pero quedarían otros puntos por realizar, como la puesta en marcha de un plan de reforestación para nuestra ciudad. No puede haber alcorques sin arbolado, ni podemos dar carta de normalidad a que se pierda un árbol y no se reponga. Lo mismo podemos decir de las fuentes públicas, recuperando las existentes y contemplando la instalación de más (máxime cuando existen modelos que minimizan la pérdida de agua e impiden su detracción masiva) y la creación de itinerarios de sombra. Para ello se deben elegir las especies más adecuadas que conjuguen la adaptabilidad al espacio urbano con la creación de zonas de sombra.

Por último, y entendiendo (y sometiéndonos a) las limitaciones que nos genera actuar en un casco histórico (por las limitaciones impuestas por Patrimonio Histórico amén de otros organismos) creemos que el programa de creación de espacios de sombra para mitigar el efecto “isla de calor” debe llegar a los también a los centros escolares, así como a espacios como los centros y residencias de personas mayores, para lo que se debería establecer la debida coordinación con los mismos. 

Por todo ello, Los grupos municipales de Unidas Podemos y de la Agrupación Ciudadana Independiente para Aranjuez elevan Pleno de la Corporación la siguiente Proposición:

  • Estudiar la creación de un plan de refugios climáticos o zonas de sombra en nuestra localidad, mejorando los espacios urbanos que así se designen, además de la creación de itinerarios de sombra, especialmente de cara a los episodios de ola de calor y en los entornos frecuentados por personas vulnerables.
  • Recuperación progresiva de las fuentes públicas, sustituyendo los modelos obsoletos o inutilizados, estudiándose la creación de nuevos puntos en zonas de gran afluencia pública.
  • Puesta en marcha de un plan de reforestación de Aranjuez, continuando con los programas de mejora de arbolado que estén en marcha, e implementándolos para que no haya ni un solo alcorque sin su correspondiente árbol.
  • Estudiar la creación de espacios de sombra y confort climático en los entornos escolares, tanto patios como alrededores, contando con la participación de los mismos, así como en las inmediaciones de centros y residencias de personas mayores.