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LAS VIEJAS FORMAS DE LA NUEVA POLÍTICA.

No es ningún secreto para nadie que el ejercicio de la política, y más en concreto los propios políticos, están mal vistos. Desprestigiada y desprestigiados. No voy a romper una lanza a favor de nadie puesto que esta desafección, esta brecha entre política y sociedad, se ha ganado a pulso en buena parte gracias a las tropelías de unos pocos. Unos pocos que son precisamente eso, pocos, que no representan a la mayoría, pero que han contribuido decisivamente al desprestigio de muchos. Y si preocupante es esa desafección, más lo es aún el desprestigio hacia la labor política. La Política, con mayúsculas, es servicio público, es trabajo por los ciudadanos, y bajando a la primera línea de la misma, que son las administraciones locales, significa trabajo por tus vecinos, con los que te cruzas diariamente por la calle, siendo el político en este caso el eslabón entre ellos y un enorme conglomerado de instituciones y demás instancias. Y esta labor debe ser ejercida con plena dedicación y responsabilidad y por tanto, debe estar correctamente retribuida.

Hay que decirlo las veces que sea necesario, no se puede hacer política sin medios, medios humanos y medios materiales. Ser, por ejemplo, concejal, no supone levantar la mano en los plenos y a correr, como se puede escuchar en muchas ocasiones en corrillos o en las barras de bar. Las denuncias de los ciudadanos no van a un limbo, se recogen (otra cosa es lo que hagan instancias superiores con ellas) las propuestas, ideas y demás cuestiones que se tratan en plenos y reuniones no se hacen solas, no hay duendes trabajando por las noches en los despachos de manera que el “pérfido” político se tiene que limitar solo a levantar la mano y votar. Es decir, la labor política (más aún la local) requiere un esfuerzo, y es también labor de la política ser capaz de explicar qué se hace.

Lamentablemente, en ocasiones desde las propias fuerzas políticas no se hace la labor pedagógica necesaria, eso cuando no se contribuye a propagar más los tópicos. Nosotros, desde acipa, consideramos que el político debe dar ejemplo, y en un momento de subida de la presión fiscal, de recortes, de ajustes presupuestarios que afectan a los servicios que todos los ciudadanos recibimos, el gobernante debe ser sensible y ser copartícipe de los esfuerzos. Más aún, debe ser el primero en notarlos. Pero por desgracia, y así como la frontera que separa lo sublime de lo ridículo es demasiado fina, la frontera entre la austeridad y la demagogia también lo es. Las administraciones públicas deben ser austeras, sí, pero dicha austeridad debe recaer sobre todo en la gestión. No sirve de nada tener a representantes políticos muy poco remunerados si después su gestión es desastrosa y el dinero presuntamente ahorrado se dilapida por su mal hacer. Austeridad es saber gestionar con imaginación lo poco que tienes, prescindiendo de gastos suntuarios, superfluos, como los teléfonos móviles con cargo al consistorio (cosa que desde acipa llevamos años reclamando) así como otro tipo de prebendas. Por tanto, austeridad, eliminación de prebendas pero sin renunciar a tener medios humanos y materiales para trabajar. Por tanto, demagogia con este tema, la justa.
Sin embargo, la responsabilidad obliga a realizar el mismo trabajo, independientemente de lo que se consideren “medios necesarios”. Los problemas están ahí, crecen día a día, y hay que afrontarlos, haciendo un sobreesfuerzo cuando sea necesario. Y, por si hay alguien que no lo sabe, los 18 miembros que conformamos la oposición municipal, afrontamos el cuarto mes sin recibir remuneración alguna por parte del Ayuntamiento. Bueno, sí que la hay, pero procede de aquel decreto profundamente antidemocrático, aquel decreto unilateral y de muy dudosa legalidad que sustituyó a lo que debía ser un acuerdo global entre todas las partes, de la Corporación emanada de las urnas el pasado 24 de mayo. Es fácil comprender que cobrar de ese decreto supone asumir su vigencia, cosa que de ningún modo vamos a hacer. Cuatro meses sin sueldo, sin personal administrativo de grupo para apoyar, que sin embargo a acipa no le ha impedido echar una mano al equipo de gobierno cada vez que la ha necesitado y la ha solicitado. Ha sido así porque aunque los ciudadanos no nos encomendaron la tarea de gobernar el pasado 24 de mayo, sí nos encomendaron la de estar en la oposición, y esta tarea no supone “oponerse a todo”, ir con el “no” por delante. Supone controlar, pero también ayudar, más aún cuando existen gobiernos en minoría y una composición política en la Corporación y una situación económica y social en Aranjuez que no solo va a demandar diálogo. Va a demandar lo mejor de nosotros mismos, y ese esfuerzo se realizará independientemente de la remuneración recibida, pero sin los medios necesarios, ese esfuerzo será baldío. Señores del equipo de gobierno, basta de inmovilismo, basta de cálculo, basta de esas viejas formas cuando se pretende hacer nueva política. Sentémonos todos y lleguemos a un acuerdo, nos lleve el tiempo que nos lleve, porque nuestra lealtad nunca irá reñida con la exigencia, y en este tema que nos ocupa ha llegado ya el momento de exigir. Ya está bien.