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ARTICULO JESUS BLASCO SEMANARIO MAS

Más comentarios independientes. Más paciencia para todos.


El primer día de enero trae, además de la consabida subida de algunos tributos, una catarata de propósitos y deseos para el año que acaba de comenzar. Apuntarse al gimnasio, dejar de fumar, ser más paciente… Este último sin duda nos vendrá bien a los ribereños para seguir aguantando estoicamente el castigo colectivo que suponen las eternas obras de Rusiñol y Puente Barcas. Obras que parecen estar pendientes de unos remates que no terminan de llegar y cuya efectividad (hacer más fluido el tráfico de entrada y su distribución por el resto de la ciudad) está aún por ver.
Recordarán que ya hablamos de este tema por varios motivos. Uno de ellos era recordar que era una obra procedente de un plan de movilidad concebido hace casi una década, una solución a “corto plazo” (esto en 2006, agárrense) para un Aranjuez con 15.000 habitantes menos (y también menos coches) El otro motivo era señalar que el principal damnificado de toda esta actuación iba a ser el entorno de la plaza de Rusiñol, con un impacto estético demoledor (el gracejo popular ya ha bautizado al engendro como la “plaza de los supositorios”) histórico (se carga un trazado de 265 años con la incomprensible anuencia de Patrimonio) y económico, pues las interminables obras han machacado a todo el comercio de la zona, ya bastante castigado por la crisis. Sin duda esa tardanza extrema ha hecho bastante daño. Pero bueno, podría haber obedecido a la meticulosidad en el trabajo y a no querer dejar cosas sin rematar. Pues… no. La obra es una chapuza de principio a fin. Se ha notado mucho el pretendido abaratamiento en el coste que (tal y como temíamos en acipa) se ha reflejado en unos acabados lamentables. Desde luego el grueso del presupuesto no se ha ido en asfaltar, eso lo tenemos claro, porque viendo el indecente aspecto del firme justo antes del Puente Barcas, el de las calles Infantas, Príncipe y el tramo de Capitán no puede quedar duda al respecto. Parece ser que tampoco se ha empleado en la calidad de los materiales y muchos menos en la observancia y mejora de los detalles de la actuación. Así, cuando usted quiera salir de Aranjuez por la Carrera de Andalucía y la plaza de San Antonio, tendrá que flanquear hasta tres semáforos y penetrar en la ciudad para luego volver a salir. Es decir, retardar la salida de la ciudad del que quiere salir a la vez que se quiere aumentar el flujo de los que entran, conduciendo al colapso de un centro urbano ya de por sí bastante colapsado. Eso por no hablar de la accesibilidad para personas con movilidad reducida, encontrándonos aceras (como la izquierda del Puente Barcas dirección entrada) con las farolas colocadas justo en medio. ¿De verdad en una obra con un presupuesto de 1,6 millones de euros de dinero público no hay nadie que controle semejantes chapuzas?
Solucionar el problema de tráfico de 2015 con remedios de 2006 es inaudito. Es verdad que tiene compleja solución y que exige respuestas que pueden no contentar a todos, pero hay que afrontarlo de manera global y no mediante “parches” que después quedan obsoletos y hay que volver a cambiar (¿Se acuerdan de la famosa rotonda del atleti?) Obras que deberían haber ido acompañadas de otras tan necesarias como la mejora del resto de accesos a la ciudad para poder ser una alternativa real, de la glorieta norte de la Montaña y de la integración urbana de la antigua M-305, que siguen esperando y durmiendo el sueño de los justos hasta que llegue la campaña y se conviertan en promesas electorales. Mientras todo eso llega, nos queda solo pedir más paciencia. Al menos hasta mayo.