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Gestionar la miseria (Artículo Jesús Blasco Semanario Mas 19 de noviembre

GESTIONAR LA MISERIA

Toca apretarse el cinturón. Otra vez. O mejor dicho, hacerle más agujeros porque ya está al límite del aguante. Como nuestras economías. Esta pasada semana, se aprobaban inicialmente (aún se puede alegar contra ellas) las Ordenanzas Fiscales para el próximo año, vendidas como una congelación, aunque me temo que lo único que se congele sea el rictus de algunos cuando vean sus recibos. Como siempre, dicen verdades a medias (que, como decía Sancho en El Quijote, son las peores mentiras) porque hay impuestos que no suben, sí, pero por estar en el techo que marca la ley, como el impuesto de vehículos. Y si además, usted es de los que ha recibido la famosa carta con propuesta de regularización catastral, con un mordisco (de entrada) de 60 euros más, a añadir a la subida del valor catastral, pensará que todo esto es una broma pesada. Y la verdad es que sí que lo es. Todo esto forma parte de esos esfuerzos que los gobernantes nos “piden” a los ciudadanos, que dicho sea de paso es una falacia, puesto que nadie nos ha pedido permiso, sino que nos obligan. Obligados a pagarles sus derroches, sus sueldos estratosféricos y sus “travesuras”, porque siguen perdiendo juicios a mansalva, cuyos costes irán de nuevo sobre nuestras costillas.
Aranjuez es una ciudad que bien gestionada ofrece la oportunidad de generar ingresos sin tener que desangrar a sus ciudadanos. Subir impuestos o tasas no es sinónimo de ingresar más, porque puedes perder usuarios e ingresar menos, como ocurre con las tasas culturales o deportivas. De lo que sí es sinónimo es de incapacidad supina para enderezar la nave, de falta de ideas e iniciativa. Durante los gobiernos socialistas entraron en caja más de 120 millones de euros gracias al “boom” inmobiliario, de los que apenas se ha podido aprovechar nada, dilapidados en estudios absurdos y en exposiciones de alfombras azules con batucada que hoy producen sonrojo. Con la llegada de los populares, tan austeros ellos, se ha reducido todo a la mínima expresión… menos sus sueldos y liberaciones, faltaría más. Así, nos encontramos una ciudad paralizada, sin más inversiones que las subvenciones externas recibidas, proyectos del año 2007 como los de la entrada norte y bien poco más, que por no poder no puede ni asfaltar correctamente los caminos de cabras que ahora tenemos por calles ni poner un quitamiedos delante de una cacera porque “cuesta mucho”. Pero no vayan a pensar que dedican sus ímprobos esfuerzos a pagar las deudas. Con estas, una patada hacia delante y el que venga detrás que arree. Desde acipa ya advertimos al anterior gobierno del peligro de alejar las deudas y el pago de los préstamos, porque la bola nos podía caer cuando no hubiese dinero para soportarla. Dicho y hecho. Y esto, claro, es también extensible al chiringuito de titularidad cambiante (pública o privada según convenga) que es la Sociedad Local del Suelo, con una infamante deuda de 30 millones de euros y trasladando millonarios costes de amortización de créditos al 2017, 2018 y 2019 cuando ya no tenga casi patrimonio con el que responder. Los que estén entonces, que se las apañen.
En resumidas cuentas, más presión sobre nuestros bolsillos, que estos sí que no mienten cuando se quedan vacíos, por más eufemismos lingüísticos y palabras huecas que se quieran decir.