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ABANDONO EN LA PRESA DEL MAR DE ONTÍGOLA.

LA PRESA DEL MAR DE ONTÍGOLA Y SU ALIVIADERO VUELVEN A SER ENGULLIDOS POR LA VEGETACIÓN Y A PRESENTAR UN ASPECTO DE GRAN DEJADEZ DEBIDO A LA CONTINUA FALTA DE MANTENIMIENTO POR PARTE DE LA ADMINISTRACIÓN.<br>

La Confederación Hidrográfica del Tajo que semanas atrás anunciaba, otra vez tras casi un lustro de promesas, una inversión millonaria en el Mar de Ontígola y que es la encargada de la gestión de los elementos hidráulicos de la Reserva Natural, no realiza las más triviales tareas de mantenimiento y desbroce del aliviadero, ocasionando que el embalse desborde cada vez que llega un periodo de lluvias.

Periódicamente, muy a nuestro pesar, tenemos que denunciar el mal estado en el que se encuentra la Reserva Natural de El Regajal-Mar de Ontígola. Unas veces se trata de vertidos procedentes de los municipios aguas arriba del arroyo de Ontígola. En otras, de suciedad que desaprensivos arrojan al medio natural, faltando la suficiente diligencia por parte de la administración para eliminarlas en un prudente plazo de tiempo, como denunciamos hace unas semanas. Sin embargo, el problema que más a menudo tenemos que denunciar es a la vez el más peligroso, no solo para la existencia de la fauna y flora del lugar, sino para la ciudad de Aranjuez en su conjunto, y es el de la deficiente conservación y mantenimiento de los relevantes elementos hidráulicos que existen en el Mar de Ontígola.

Muchos visitantes y aún vecinos de nuestra localidad piensan que el Mar de Ontígola es una laguna natural, puesto que la vegetación ha ido engullendo con el paso los elementos que se levantaron en 1560 para proveer de agua al todavía incipiente Real Sitio de Aranjuez, conformando aquellos una de las primeras presas de gravedad construidas en la era moderna. El problema es que la vegetación que a día de hoy dificulta la visión de estas relevantes estructuras arquitectónicas obstruye también el aliviadero existente en la zona oeste del embalse, lo que dificulta que este pueda evacuar eficazmente las aportaciones de agua tras episodios lluviosos. En 2010, tras un periodo de lluvias copiosas, el embalse desbordó por coronación, obligando a una intervención de emergencia ya que el continuo discurrir del agua por zonas no habilitadas para ello podía afectar a la integridad estructural del dique, por lo que se procedió a la eliminación de la capa de vegetación en dique y aliviadero así como el encauzamiento con escollera del arroyo de Ontígola aguas abajo de la presa. Casualmente o no, al poco tiempo se anunciaba la enésima inversión (se habló de hasta 25 millones de euros) para restaurar la presa y recuperar el entorno. Desde entonces, con reversión al Estado por parte del Ayuntamiento de por medio en 2012, poco se ha sabido, más allá de la nueva promesa de inversión por parte de la Confederación Hidrográfica del Tajo, quién sabe si por la proximidad a los comicios europeos o por mala conciencia al haber rechazado todas las alegaciones al Plan de Cuenca-incluidas las del Ayuntamiento- que pedían mayor caudal para el Tajo.

Pilar Quintana, Concejal Portavoz de acipa, afirma que “tener que estar continuamente denunciando el mal estado de la reserva natural y de sus elementos arquitectónico indica una impresentable dejadez por parte de aquellos organismos encargados de mantener un lugar ecológica y monumentalmente tan importante. Y no solo fallan estos organismos, fallan también aquellos que deberían instar a los mismos para que asuman sus obligaciones. Cuando el responsable de la Confederación Hidrográfica del Tajo (que es la encargada de mantener la presa y sus elementos hidráulicos en buen estado) vino a Aranjuez a anunciar nuevas y fantasmagóricas inversiones, siempre “resucitadas” en vísperas electorales, fue sin duda buen momento para aprovechar y reclamar que las faraónicas inversiones no valen para nada sin un adecuado mantenimiento, que a día de hoy es inexistente.

Recuperar arquitectónicamente el dique, ordenar la vegetación y encauzar el arroyo de Ontígola son obras muy necesarias que deberían haberse ejecutado hace mucho tiempo, pero hasta que esa inversión llegue hay que realizar un trabajo continuo de supervisión y mantenimiento. Limpiar el aliviadero para que no se desborde el Mar de Ontígola cada vez que caigan cuatro gotas no requiere 25 millones de euros, basta una simple mañana de desbroce. El problema es que el mantenimiento continuo ahorrará muchísimo dinero a las administraciones, pero en contrapartida quizá no sea “fotogénico”, no permita paseos en lancha ni suponga titulares en periódicos”.